Una mesa con muchas patas

Luego de las primeras miradas, seguido al cortejo embellecedor, inmediatamente después del enamoramiento repleto de mariposas y ensueños amorosos, luego de todas esas etapas, llega la construcción de la pareja.
Para lograr el maravilloso ensamblaje de una pareja, para comenzar con la consolidación de una edificación permanente y estable, habrá que intentar mirarse con ojos que acerquen el acuerdo, a la conexión y la visión del presente y del mañana.
Estas miradas, que se irán acoplando en una energía complementaria y potencializadora, se abrirán paso a través de pequeños convenios que en otros tiempos y con otras formalidades le llamaban compromiso.
La propuesta es que el compromiso de hoy está más ligado a un contrato en el presente y con las variantes que al ser personas, cada una está en permanente proceso de cambio.
Una pareja puede elegir sostener el contrato inicial, revisarlo cada vez que se lo plantee, o corregirlo ante los inconvenientes.
Todo acuerdo que se pacte entre ambos, quedará reducido a la intimidad y la confianza del cumplimiento. Todo será posible de convenir si ambas partes lo aceptan.
El contrato es una conversación diaria, una conexión profunda en la comunicación, una sencilla manera de dos que son pares, que caminan a la par, como iguales deciden concertar el cómo vivir juntos.
El contrato en la pareja es una sutil forma de mantener el equilibrio, hacer de iguales una vida en común, de esa manera, resaltar así, todos los caracteres individuales para concebirse como personas únicas, y forjar un presente diario entre la imaginación, las necesidades y el trabajo diario en la pareja.
Supongamos que estos pares que se aman, lo podemos representar en una mesa, más precisamente la tapa de la mesa y que para estar con un sostén apropiado, sólido y que mantenga estable la relación, debería tener como mínimo cuatro patas.
Cada una de esas patas, representan un puntal de la pareja, a cada extremidad le podemos asignar un verbo, una acción que será la que sostenga la pareja.
Podemos encontrar muchas, tantos apoyos como elijamos.
Por ejemplo, desde mi experiencia, una pareja podría tener las siguientes patas de la mesa: Una que se llame Confianza, otra que sea Amor, una columna la nombraría Sexo, también pondría una extremidad que hablara del Respeto.
Como la mesa en que pienso tiene mas de cuatro patas, pondría una en el centro que se llamara Comunicación, y así otras como Juego, Alegría, Libertad, Valores, Cordialidad, Solidaridad y así cada uno podrá establecer cuántos y cuáles son los pilares que necesita su pareja.
Entonces aparece otro acuerdo, otra conversación de a pares, que será cómo sincronizar las miradas de cada mesa imaginada, con sus semejanzas y diferencias.
Una nueva comunicación en el contrato se abrirá con cada una de las patas y servirá para ir mirando y mirándose, y entonces dejar estable y firme ese lugar que tanto nos place.
Al expandir un modo de informar frontal y sincero, al aceptar usar la comunicación como medio para revisar el contrato, la pareja podrá hacer los ajustes que elija, realizar los cambios que precise y con la sabiduría que radica en ellos, irá poniendo o sacando patas a su mesa, según las necesidades que aparezcan.

Alejandro Lemos
nevioalejandrolemos@gmail.com