Los procesos del cambio 1 - Cambia todo cambia.

Cambia lo superficial
cambia también lo profundo
cambia el modo de pensar
cambia todo en este mundo.
…
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño.

Julio Numhauser




Cambia, todo cambia

Como individuos, transeúntes de nuestras vidas, viajeros en la búsqueda del ser persona, estamos en permanente proceso interior.
Llevamos la relación de nuestro mundo íntimo en contacto con las situaciones del exterior. Un proceso habitual de ensamblaje y acomodación se va produciendo cotidianamente, articulando distintas experiencias con variada carga de emociones.
Sucede, que la percepción de un estado de insatisfacción consigo mismo o con las circunstancias que nos rodean, nos puede permitir registrar un desacuerdo interno. Una sensación de inconformidad o disgusto con nosotros mismos.
Este condicionamiento nos deja próximos a la elección del cambio. Una puerta que se entreabre dentro de una habitación cerrada.
Entonces, vivimos en permanente proceso y a cada paso nos confrontamos con un cambio próximo, si es que elegimos el proceso de cambio.
Los cambios se suceden desde adentro del ser o producto del entorno que fue permutando, hasta resultarnos ajenos y diferentes a lo vivido hasta entonces.
Ya fuera producto de una decisión interna o enfrentado al exterior distinto, el cambio es un proceso esencial en las personas. Cada persona es un ser único e indivisible en todo el universo. Es por esto que la forma y elección del proceso de cambio será original para cada individuo.
Hay cambios que se instalan desde afuera como si fuera un devastador tornado. La pérdida del trabajo, la mudanza de un familiar cercano, o la simple colocación de terminales bancarias automatizadas. Todos estos cambios producen una sensación de inseguridad, temor, inestabilidad o gran insatisfacción.
Por otra parte, hay cambios que son la resultante de una pormenorizada revisión de sensaciones intimas como la felicidad, el placer, la satisfacción y la forma de encarar la vida diaria.
El encontrar estas zonas forzadas y estructuradas en nuestras vidas, como si fueran partes adquiridas, creencias establecidas o mandatos determinados, nos desafían a un proceso de cambio, que sin explosiones externas, actúa como un catalizador empujando una confrontación interna para dejar de permanecer entre máscaras y fachadas.

Alejandro Lemos
epimeleiaargentina@gmail.com